Ponle precio a tu trabajo: guía práctica para soñar en grande (y no morir en el intento)¡Bienvenido de nuevo a nuestro blog para aprender a costear tu trabajo y ponerle precio a tus servicios a través de mi experiencia con un taller de guitarras! ¡Es un gusto ver que te encuentras comprometido con aprender más sobre la parte financiera de tu negocio! Si te perdiste la entrega anterior, te invito a que le eches un ojo en este enlace: Por qué y cómo cobrar anticipos en tu taller de reparaciones También puedes encontrar enlaces a todas las entregas de esta serie, en la segunda entrega la misma ¿Por qué escribo este blog y qué me gustaría que te pueda aportar? ¿A Dónde Quieres Llevar tu Sueño? ¿Has pensado cuánto cuesta ese futuro que imaginas? Si tu gran anhelo es tener un taller de reparación de guitarras —o cualquier otro negocio de servicios—, deberías preguntarte qué tan lejos quieres llegar. ¿Buscas algo modesto para cubrir lo básico? ¿Pretendes independizarte por completo en pocos meses? ¿O sueñas con ver tu nombre brillando en un enorme taller especializado, mientras un Ferrari rojo descansa en la cochera? Sea cual sea tu meta, ese sueño tiene un precio; no solo monetario, sino también de tiempo y energía. Hay quienes llaman “Visión” a ese final deseado. Podrá sonar cursi, pero resulta clave definirlo porque, de ahí en adelante, todo se alinea. Sin esa claridad, el resto se tambalea. Además, tu Visión influye en una pregunta esencial: ¿cuáles van a ser tus gastos? Y, si hablamos de gastos, hablamos de dinero —y de la necesidad de calcularlo con cierta exactitud para no quedarnos cortos (o muy endeudados). Gastos: Más Allá de la Casa de tus Papás. Escenarios (Muy) Reales No basta con saber cuánto te cuestan tus chelas o tus recibos personales. El hecho de que, en este momento, puedas trabajar en la casa de tus papás sin pagar renta, no significa que tu negocio debe conformarse con cubrir solo esos mínimos. Por supuesto, si tu sueño es quedarte ahí de por vida, disfrutando de la vida sin demasiadas complicaciones, adelante. Pero si tu Visión apunta a algo más grande —un local propio, más clientes, independencia total—, tarde o temprano tendrás que dar el salto. ¿Ya te visualizaste mudándote, alquilando un espacio o comprando tu propio local? Cuando eso ocurra, tus gastos cambiarán drásticamente: renta, luz comercial, impuestos, seguros y un sinfín de detalles que no aparecen cuando vives con tus padres. Y la cosa se complica si, además, te planteas formar una familia (o adoptar un perro que devora croquetas a ritmo incesante). Ni hablar de la posibilidad de contratar a alguien para que te ayude cuando la carga de trabajo crezca, o de lidiar con imprevistos legales, enfermedades o simples ganas de hacer algo distinto tras veinte años haciendo lo mismo. Dicho de otro modo: si apuntas a tener un negocio productivo y sostenible, debes contemplar este tipo de situaciones desde el principio. Sí, quizá debas endeudarte para no descapitalizarte en ciertos momentos, pero es mejor contar con un fondo que cubra emergencias, mudanzas, contrataciones y expansiones. Y eso implica —adivinaste— ponerle un precio realista a tu trabajo, uno que te permita ahorrar y mantenerte listo para nuevos retos.
Mucho Más Que Ocho Horas Aquí hay un punto que a menudo pasa desapercibido: un negocio no es solo “llego, abro, trabajo, cierro y me voy”. Hay un sinfín de otras tareas: contabilidad, atención al cliente, marketing, mantenimiento, pagos al gobierno, gestiones legales, planificación de proyectos, y la lista sigue. Cada una de esas funciones se lleva horas, días o incluso semanas, y todas demandan un costo y un responsable. Si eres tú quien pretende hacerlo todo, estás en un problema: no podrás producir o atender clientes al mismo ritmo, porque parte de tu tiempo se evaporará llenando formularios, enviando correos y revisando cuentas. Por otro lado, si decides dedicarte únicamente a lo tuyo —reparar guitarras, por ejemplo—, ignorando por completo el lado administrativo, tarde o temprano te estrellarás contra el muro de la realidad: empleados que cobrarán por esas tareas, impuestos que no sabías que existían, ajustes de precios que debiste haber calculado. De Pronto, Mil Clientes Imagina que pones un anuncio demoledor en redes sociales y, al siguiente día, te despiertas con mil mensajes de personas interesadas en tus servicios. Suena genial… hasta que te preguntas: ¿podrías contestar a todos, programar citas, recibir instrumentos, calibrarlos, devolverlos? ¿Te dedicarías a reparar, o a responder a cada persona? ¿Quién capacita al nuevo empleado que acabas de contratar para lidiar con semejante avalancha? ¿En qué momento entrevistas al posible asistente? ¿Cuándo le explicas tus procesos? Aunque este escenario parezca exagerado, la lección es clara: llegará un punto en el que no podrás enfrentar todo tú solo. Habrá que expandir, delegar y, sobre todo, costear esos cambios. El negocio debe funcionar con la mayor “maquinaria” posible, lista para atender la demanda, ya sea con personal interno o proveedores externos. De lo contrario, lo que parecía un logro (tener clientes de sobra) puede convertirse en un dolor de cabeza monumental. Forjando Un Futuro Sostenible Un negocio, por muy pequeño que sea, es un sistema complejo que debe trabajar de forma integrada. No nacerá perfecto de un día para otro, pero lo ideal es que te plantees una estrategia para cada área. Empieza por trazar una lista de todas las actividades que consideras necesarias para un taller de reparación: tareas diarias, semanales, mensuales y anuales. Anota también aquellas que aún no realizas, pero te gustaría implementar en un futuro cercano: nuevos servicios, promociones, mejoras en tu espacio, contrataciones, legalizaciones, etc. Calcula cuánto tiempo y dinero te costaría poner en marcha cada cosa. Sé realista: no se trata de ahogarte en planificaciones imposibles, sino de tener una brújula que guíe tus decisiones. Y sobre todo, define el precio de tu trabajo de manera acorde a esos objetivos; si cobras demasiado bajo, corres el riesgo de estancarte, y si te pasas de alto sin una justificación real, te quedarás sin clientes.
Construyendo Tu Camino, Paso a Paso Siempre habrá quien diga que “hay que vender un montón” para tener éxito, y ciertamente, las ventas importan. Pero el verdadero reto es vender de forma saludable y sostenible, sin descuidar tu salud financiera ni la calidad de tu servicio. La idea es lograr un equilibrio entre la cantidad de clientes y tu capacidad de gestión. De nada sirve que el mundo entero quiera comprarte si no tienes la infraestructura para atenderlo. Así que la próxima vez que te sientes a calcular cuánto debes cobrar por calibrar una guitarra, pintar un instrumento o fabricar un servicio único, no olvides incluir esas horas “invisibles” de gestión, planeación, coordinación y visión a largo plazo. Recuerda que, conforme crezca tu taller, surgirán gastos nuevos que deberán ser solventados sin asfixiar tu negocio. No estamos aquí para resolverlo todo en un día, pero sí para que, cuando mires atrás, comprendas que tu sueño de independencia no solo te pide pasión y talento, sino también un sólido plan de acción. Tómate el tiempo de delinear tu Visión, calcular tus costos y ensayar tu estrategia. Y si aún estás en la casa de tus papás, aprovecha ese refugio temporal para armar la base financiera que te permita lanzarte sin redes cuando llegue el momento. Pronto hablaremos de cómo establecer estos precios de manera concreta. Mantente alerta, porque la siguiente entrega se acerca, y con ella llega la parte más jugosa: traducir esa Visión y esa maquinaria interna en números reales. No es brujería, pero sí puede parecerlo si lo haces sin un plan. Mejor hacerlo con la cabeza fría y la determinación firme. ¡Nos vemos muy pronto! Siguiente entrega: La Ganancia No Es Tu Sueldo: Aprende A Separarlos y Asegurar el Crecimiento de Tu Negocio. ¿Ya habías pensado en todo esto? Cuéntame tus experiencias o inquietudes sobre precios, sueños y planes para tu taller o negocio. ¡Comparte tus comentarios y sigamos la conversación!
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GBRCenter® (Mario Cárdenas)
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